Él y Ella
La grieta que se abrió
bajo la superficie
dividió en dos la tierra,
pero ellos
seguían saludándose,
mirándose a los ojos,
como sin enterarse del asunto.
Con un ronco rugido el mar irrumpe
y separa los mundos donde cada uno vive.
Los islotes se alejan
dejando paso al agua verde y brava,
a la sal de las olas,
a la espuma.
Se van, se van.
Apenas se vislumbra
el humo del incienso
de aquellos pebeteros
que en otro tiempo ardían luminosos.
Es que ahora ella no es Ella ni él es Él.
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