Torre de Marfil
Siempre dices que salga,
pero ¡me aburro tanto por ahí fuera!
Nadie me entiende ni
yo entiendo a nadie.
¿No hay, acaso, paredes
de palabras, de ideas,
que separan las mentes
como un telón de acero?
Pues siempre me doy maña
de estar al otro lado
de donde esté cualquiera que me hable.
Como muy a la orilla del gran río
en cuyo fondo bullen
las palabras gastadas de los otros,
de los hombres ajenos;
de los mundos que no pueden ser míos,
de los mundos
que me llenan el alma de tristeza
y hacen que, si algún día se me ocurre
salir de mi escondrijo,
lo pase rematadamente mal.
Déjame que me pudra, tan tranquila, en mi torre.
Creo que no tengo arreglo.
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