AFTER HOURS
Aunque en el cielo mustio del verano
siembre ya el sol su rosaleda de oro,
aún se oyen los acordes del piano
y la trompeta de vibrar sonoro.
Los agrios ruidos del local nocturno
rompen el puro resurgir del día
con su tronar gastado y taciturno,
con su falsa alegría.
La fiesta no termina, pero en vano
busco en el centro del espeso coro
una voz que me cante mientras lloro,
un corazón humano.
Hoy quisiera escapar de los tristes festejos
que celebran, sombríos, las glorias de este mundo
y de sus laberintos endiablados de espejos
en cuyas ondas líquidas y brillantes me hundo.
Partiré hacia el lugar donde el fulgor eterno
aviva la conciencia del hombre adormecida
y enciende la nostalgia de su origen paterno,
en busca de la rosa celeste y escondida
que con su olor rescata las almas del infierno.
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