Escena de caza
En la frente los cuernos de la luna.
Rodeada de perros babeantes
y de chicas con túnica
recogida en un nudo
sobre su muslo izquierdo,
borceguíes y diestras armadas de venablos;
Diana aspira, feliz,
la exquisita fragancia de los bosques
en el amanecer de un día sin tiempo.
Rumor de hojas, ciervo vulnerado
que detiene su paso y que la mira
fijamente a los ojos.
Guarda el dardo de luz la diosa en su carcaj
y ordena a las jaurías con un gesto
que abandonen el rastro, que no sigan
hostigando a la pieza.
Perdida la mirada vagamente a lo lejos,
un lágrima cae de sus ojos divinos.
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