CLASE DE LATÍN
Dedicado a la memoria de Marian Salto
No sé si tú me ves
desde la altura donde estés ahora,
pero yo te recuerdo y una pena
que no puedo explicar nubla mis ojos.
Risas y traducciones de Virgilio:
“La cintura de un toro” –la cita es literal-
“se ciñe de purpúreo jacinto y vid silvestre”.
Títiro, Melibeo y Amarilis,
que ayuda en los conjuros para que vuelva Alexis.
Tras aquella ventana abierta al tráfico
nos reíamos tú y yo. Desconocíamos
qué terribles saetas
nos tenía guardadas en su aljaba
el Dios que da la vida.
Para traducir bien yo recurría
con frecuencia a la magia:
antes de que llegaras, consultaba el oráculo
de Lorenzo Riber,
también el del difunto Diego López,
que fue póstumamente encomendado
a don Gaspar de Ocaña y Alarcón,
comendador de Ornos,
y que fue la primera versión en nuestra lengua
de la obra del mantuano.
Por eso yo sabía
que ni en esos lugares tan fantásticos
se adornaba a los toros
con esos artilugios.
Espero verte alguna vez, amiga,
en la “rueda” en que estés,
y ver que la dulzura de tus ojos azules
es luz y también gala del mundo que esperamos,
como lo fue de éste que todavía tenemos.
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