Salen atropellándose
del sombrero del mago
una bola dorada,
un pañuelo de seda largo y fino,
una paloma súbita,
que vuela por los aires
asombrando a los niños.
Así también los versos del poeta
escapan de su boca, como flores,
como narcisos o camelias blancas,
como nardos de olor, como cohetes
que alcanzan las estrellas.
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